El Patrimonio Cultural no es una mera acumulación de monumentos, edificios, objetos o tradiciones que hemos ido heredando de nuestros ancestros, sino que va mucho más allá. Todo este conjunto de recursos de distinta clase y forma representa nuestras huellas, nuestra identidad y personalidad. Gracias a todos ellos, podemos explicar lo que hemos sido y en lo que nos hemos convertido. En definitiva, el Patrimonio Cultural es la memoria de nuestra propia historia, y ya se sabe que cuando los recuerdos se pierden, todo se acaba.
Durante el 2019, un pequeño pueblo localizado en la denominada España Vaciada de la que todos hablan, pero de la que tan poca gente realmente se acuerda, decidió emprender toda una aventura para que su memoria, su Patrimonio Cultural, no cayera en el olvido y la desaparición. Quintanilla de Riofresno, en la provincia de Burgos, es el ejemplo de que con tesón, ilusión y constancia todo se puede conseguir, a pesar de que solo cuentes con una reducida comunidad de algo más de 30 habitantes. Este pequeño pueblo de la fría meseta castellana se ha situado en el mapa de nuevo gracias al Retablo de San Román. Cada día que pasaba, esta joya de la escultura del siglo XVI iba borrando parte de su belleza ante la falta de recursos para emprender una restauración. Sin embargo, el micromecenazgo le ha salvado del olvido, de un olvido del que tantos otros pueblos de toda Castilla y León intentan escapar.
Desde Brasil hasta Canadá, más de 600 personas de todos los rincones del mundo han conseguido que el Retablo de San Román de Quintanilla de Riofresno haya ocupado portadas, artículos de periódicos, editoriales y numerosos post en redes sociales, aplicaciones que han jugado un papel fundamental para que esta historia se haya ganado el interés, cariño y admiración de tantos y tantos que la han compartido en sus perfiles. Todos ellos, al menos durante unos segundos, se han sentido habitantes de Quintanilla de Riofresno, y han llenado el pueblo de nuevo con sus aportaciones, sea de una u otra forma. Porque el Patrimonio Cultural, aunque represente las señas de identidad de una comunidad determinada, al final es parte de todos, se encuentre en mitad de la provincia de Burgos o en cualquier otro rincón del mundo.
La historia del Retablo de San Román es la de otras muchas partes de esa vieja y olvidada España que cada día se vacía más, y cuya memoria se va ahogando conforme las luces de sus casas se van apagando, hasta quedar en la oscuridad, sin nadie que vuelva a encenderlas. Sin gente, el Patrimonio Cultural se desvanece. Sin Patrimonio Cultural, la identidad acaba desapareciendo. Sin identidad, no somos nada. La España Vaciada se merece más iniciativas como la de Quintanilla de Riofresno, una España cada vez más pobre en gente, pero rica en saber, en cultura, en arquitectura, en historia, en Patrimonio Cultural, una España que nos representa a todos y que, por tanto, a todos nos corresponde volver a llenar de ilusión y esperanza, para que al menos sus huellas no se pierdan para siempre y vuelvan a relucir como ahora hacen las pinturas y esculturas del Retablo de San Román. Porque, si perdemos esas huellas, nos estaremos perdiendo todos nosotros.
J.